viernes, octubre 31, 2008
miércoles, octubre 29, 2008
"(...) This was in a talk on February 18, 1912, introducing a Yiddish theater troupe's performance in the Jewish City Hall of Prague. Famously the speech began with a marvelous irony: "I would like to assure you, ladies and gentlemen, that you understand far more Yiddish than you think." What an appropriate epigraph that would be for Weinreich's History !"
Extracto de gran artículo sobre el origen y vida de ese (o esos) lenguaje (s) que nació (nacieron) cuando los restos del latín, más los comienzos del francés y el italiano, se mezclaron con el alemán de la edad media y varias lenguas eslavas a la vez. En la New York Review of Books: http://www.nybooks.com/articles/22020
(Imagen, portada de la novela de Michel Chabon, El sindicato de policía yiddish; entretenida a mil)
martes, octubre 28, 2008
que ver que durante sus 28 años en las fuerzas armadas de su reino casi siempre hacía cosas solitarias: volar en paracaídas, navegar en canoas, acampar en bosques. O, tal vez, fuera un efecto curioso de su apellido: Woodbridge, Puente del bosque. En él. El asunto es que aquel hombre un día se encontró sin trabajo. No poseía dinero y quería retornar a la soledad de la intemperie que era su amiga. Entonces tuvo una idea ¿y si se convertía en el hombre más tatuado del mundo y hacía de su piel la de una fiera, un leopardo. No por nada más especial que porque era un tatuaje fácil aunque ¿acaso no es -idealmente-un soldado una fiera admirable? Y entonces... http://www.guardian.co.uk/uk/2008/oct/28/scotland
domingo, octubre 26, 2008
-Eso te pasa por pagar espías baratos siguiendo la política salarial de tus empresas, que se dedican a investigar las vidas alegres de tus ex novias y no las cosas que realmente importan.
-No te confundas. Esos no son espías. Son periodistas. Mis periodistas.
Desde los días en que la Amanda de 7 años se aparecía por su casa con un budín enorme y una nariz por entonces no tan enorme, la manifestación del cariño entre ambos tomaba la forma de esa carrera para ver quién estrujaba mejor la última palabra y le daba un golpe al otro como si un argumento fuese la toalla mojada convertida en el mejor látigo. Se tiraban el mundo dividido en dos encima. Hello Kitty contra Barbie. Tierras Altas contra Itenge. Betamax contra VHS. Los Simpson contra Family Guy. Minidisc contra Mp3. The Omelettes contra Coldplay. San lunas rojas contra san rastreadores. Y, quizi, apellido contra no apellido.
Y claro que ella era de la familia. Siempre fue alta, seña Magniac 1. Siempre fue ambiciosa, seña Magniac 2. Y todavía ahora no dejaba de ser capaz de sorprender a los de su propio apellido, seña Magniac, y esencial, 3. A los 13 años, en esta última línea, comenzó a firmar Amanda F. Magniac. Dos décadas más tarde, Amanda Foucher Magniac era conocida en todo Samar como Amanda Magniac o Princesa Rooibot, bautizo explícito -gracias a su pelo rojo y su trabajo- que todos los medios del grupo tenían la orden de usar. A su padre, un matemático sudafricano que persiguió a su madre, la hija preferida del Gran Viejo, por las playas de Ciudad del Cabo, la opción por el apellido “duro” no le preocupaba demasiado. De todas formas, su frase más celebrada, “si existen números irracionales, no veo porque no podrían existir familias irracionales, como los Magniac”, hablaba de alguna cuota de resentimiento.
De él debía venirle la suerte, la buena suerte, de esa nariz. De algún francés protestante fugado de la persecución católica, a África del Sur, cuatro siglos atrás. Puesta como estaba, la corona de un árbol de navidad espectacular que se ha caído nada levemente hacia un costado, lo cual convertía todo el paquete en perturbador. Simpáticamente perturbador. Y aunque en general las mujeres fingían lamentar esa “efusión” -todas usaban el eufemismo impuesto por la madre de Amanda a aquel géiser de cartílago y piel- en realidad les alegraba. Amanda habría resultado insoportablemente atractiva sin ella. Para los hombres, en cambio, operaba como una varita mágica combada: hacía desaparecer el miedo ante su cuerpo de miss, su temple de piloto de jet y su inteligencia de escritora inglesa. O quizás fuera lo que les había permitido emerger. ¿Su mejor truco? Apenas aquel tobogán invertido rozaba la piel de los hombres, los encendía.
Estaban en una de las terrazas de Khansama, el restaurante siempre repleto de programadores indios. No en la principal, ni en la pequeña, que daba al lago, sino en la Caprivi strip, nombre clave que usaban ambos para designar la “terraza” de la cocina: un balcón diminuto que miraba desde lo alto a un conveniente terreno baldío donde las magnaspitas crecían con desenfreno y Balabán, convenientemente caracterizado como un valenki ocupado en sus asuntos, vigilaba con discreción. El sol de las dos de la tarde los palmeaba suavemente apretujados como estaban en la única mesa, esperando lo de siempre: haleem o, en su caso, biryani (ella no podía evitar repetir cada vez que se encontraban allí, “que áspero, ¿nunca vas a pedir tú porción del barro sabroso? en referencia al haleem que ella encargaba el día anterior, y tardaba un día en prepararse).
Le simpatizaba que a Amanda le gustara reunirse allí, tanto por la comida, como por su amistad con Darme, el dueño, un ingeniero hyderabadí que alguna vez había trabajado para ella, y -claro- tenía la mejor información de la ciudad sobre los programadores más talentosos. Además, Khansama prosperaba gracias que el Lab de Inteligencia Artificial Aplicada llevaba a comer a todas las delegaciones e investigadores que lo visitaban.
-¿Cómo supiste de lo Tanin?
El tono le salió demasiado serio, levemente amenazador. Eso lo obligaría a soportar un contraataque.
Amanda casi sopló dentro de su vaso de cerveza ante la pequeña insolencia gratuita. Por suerte el bigote suave de espuma que le quedaba sobre el labio superior le daba el suficiente aspecto ridículo para que él no se ofendiera en lo más mínimo por su respuesta de tono, en este caso, reguladamente encabronado.
-Cuando te espíe por algo que valga la pena te vas a enterar el día en que el deliver de Khansama te lleve la cena a Peto.
Uh. La había ofendido realmente. Amanda amenazaba muy rara vez con esa cárcel, ahora especialmente destinada a los enemigos de la razón y la monarquía científica.
-La conozco bien de cuándo íbamos a visitar a los amigos de Donaldo, así que me voy a sentir cómodo.
Rock the Khansama
jueves, octubre 23, 2008
-Me trajo un chur.
-¿Sólo te trajo?
-La verdad, era un carente. No me dio de ofrecerle más que una canción a cambio de que me trajese.
-¿Y cómo vas a retornar?
-Cantando. Como siempre.
Quizi, ellos le compraron dos. Una la escucharon mientras cargaban la gasolina del regreso en el surtidor solitario ubicado al costado de la oficina de correos. Nunca olvidaría las lágrimas de la empleada del puesto postal, la dueña y señora del candado del surtidor, ni las lágrimas "imposibles como san crecido" del corazón duro de “Cañi” Cumplido, mientras escuchaban a la chica cantar Soy la rama más alta para el águila de tú corazón. Versión napalé. Los pantalones rojos de lycra, la blusa de lino ajada, las zapatillas Converse con capas de tierras de todas las tierras de Samar, todo había resplandecido bajo la luz que emitía aquella garganta. La segunda se las cantó sobre la intersección de la Ruta Norte 203 que va rumbo a Ratura y de ahí gira hacia el borde del campo de dunas de Arenas Azules. Se habían bajado para hacer una pequeña fogata y celebrar el éxito del periplo tomándose el par de botellas de champagne de Cañi. Ella pareció entusiasmarse y les cantó no sólo el segundo tema, que no recordaba, sino también una versión de Sun as stupid boy de The Omelettes, que entonces eran un grupo novísimo y luego varias canciones hipnóticas que parecían -y seguramente lo hacían, dado el tono de su voz- quedarse vibrando en el aire. Acunados se durmieron. No mucho, segundos, apenas lo suficiente para despertarse con la aceleración del auto que se alejaba rumbo a la capital.
Se los había robado.
-Al final los fantasmas sí toman champagne -comentó Cañi. Y él estuvo a punto de molerlo a golpes.
Tuvieron que volver haciendo dedo. Apenas cruzó la puerta de casa, se le vino encima el tiburón blanco de El Cabo, con sus dientes serruchos de insultos sudafricanos, cuando le contó el robo a su madre. No hubo amputaciones permanentes gracias a que el VW apareció al mediodía siguiente, intacto, en los docks del puerto. Y Ngina resultó no ser Ngina, sino Wanjera. O Jana. O Kiani. O Makena. O cualquiera de las decenas de nombres kikuyus que quedaron en el olvido cuando esa chica se convirtió en La Reina de las Canciones y haber sido embaucado por aquella sirena pasó a ser una anécdota tan valiosa que la gente comenzó a inventarlas".
martes, octubre 21, 2008
Hasta donde podía divisar las dunas se alternaban con ojos y más ojos de agua. Tanto por efecto de la luz y sombras del amanecer, como por su propia naturaleza, las moles de arena parecían pómulos, narices, mentones; partes de rostros listos para armar desperdigadas entre otros tantos de cientos de lagunas cuyos colores iban de gris al verde: el taller de un Gepetto de gigantes abandonado hace siglos, donde la erosión había borrado hasta la atención de las pupilas de aquellas tantas miradas disponibles.
-Quizi -Maxi continuó en voz alta su línea de pensamiento-, agua no nos va a faltar.
-Que bueno.
-Pero tenemos que apurar. Tampoco estaremos solos mucho tiempo: en tres o cuatro días esto estará tan lleno de animales que la caminata se hará imposible. Los predadores vendrán con ellos, kiri.
La noche anterior no sólo millones de fanáticos planetarios de The Omelettes se habían enojado con su agresión tan artera como eficiente sobre Lo-Lo, el cielo mismo había parecido clamar venganza (o, tal vez, ¿quién sabe? los dioses lloraban de la risa, solazándose con la humillación de aquella semidivinidad musical), porque -mientras todavía trotaban huyendo del bunch de fanáticos- un chubasco de gotas grandes como huevos kinder sorpresa se lanzó cielo abajo y tales aguas kamikazes aislaron a todo viviente de todo viviente que estuviese a más de un metro de distancia. Cuando el grifo de la atmósfera se cerró, había pasado la medianoche. A pesar de la tentación del halo de las luces del poblado, se pusieron a caminar en sentido contrario. Ser detenidos por agredir a la súper estrella no parecía una buena idea si querían pasar inadvertidos y seguir dándose por muertos".
lunes, octubre 20, 2008
Blojeans, admirador de Diderot, vástago neopragmatista de la Ilustración al fin y al cabo, se entusiasma con la variedad del mundo y sueña con que el blog sea una fiesta de raras estéticas nuevas (o viejas redivivas). Pero, claro, se olvida, se le pierden los links, ¡¡los pierde dentro de él mismo!!, o sea, el habitual desorden de la experiencia del que ha aprendido a aceptar que el mundo son miles de bandas y cientos de sinfónicas tocando al unísono. Por eso, ayer, se sorprendió al descubrir que el clip de Nothing Can Come Between Us, tema de Obi Best, cuando el grupo se llamaba Colorforms había desaparecido (o tal vez nunca había estado). Mientras el enigma se resuelve (o se olvida, como suele pasar) acá está.
Más Obi Best en http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendID=8048181
No Wan Kenobi
http://www.guardian.co.uk/media/2004/aug/05/pressandpublishing.henricartierbresson
Para ser sutil hay que trabajar duro
sábado, octubre 18, 2008
Sábado. De Samar a Le Bar. En el mientras tanto, un mashup brillante entre un tema de Depeche Mode y New Order.
Qué te puedo cobrar...
jueves, octubre 16, 2008
¡Obedece!...a Fairey
miércoles, octubre 15, 2008
"Es una costumbre antigua y venerada entre la gente en mi tierra comenzar una historia encomendándose mediante una plegaria a un Poder de lo Alto. Supongo, Su Excelencia, que yo también debería partir besándole el culo a algún dios. Aunque ¿el culo de cuál dios? Hay muchas elecciones posibles.
Mire, los Musulmanes tienen un dios. Los Cristianos tienen tres. Y nosotros, los Hindúes, tenemos 36.000.000. Todo lo cual hace un gran total de 36.000.004 culos divinos entre los que podría elegir.
Ahora, hay algunos, y no quiero decir sólo Comunistas como tú, sino hombres pensantes de todos los partidos políticos, que piensan que no muchos de estos dioses existen realmente. Algunoscreen que ninguno de ellos existe. Que somos sólo nosotros y un océano de sombras alrededor de nosotros. No soy filósofo ni poeta ¿Cómo podría saber la verdad? Es verdad que todos estos dioses parecen dedicados a hacer realmente muy poco trabajo -al igual que muchos políticos-y, no obstante, se mantienen ganando re-elecciones a sus tronos dorados, año tras año".
Extracto de El tigre blanco de Aravind Adiga, novela que ayer ganó el Booker Prize en el Reino Unido. La elogiaron para mostrar como la última oleada de modernización de la India ha dividido a favorecidos y desfavorecidos, separando la cultura comú que los unía.
"It is an ancient and venerated custom of people in my country to start a story by praying to a Higher Power. I guess, Your Excellency, that I too should start off by kissing some god's arse.
Which god's arse, though? There are so many choices.
See the Muslims have one god. The Christians have three gods. And we Hindus have 36,000,000 gods.
Making a grand total of 36,000,004 divine arses for me to choose from.
Now there are some, and I don't just mean Communists like you, but thinking men of all political parties, who think that not many of these gods actually exist.
Some believe that none of them exist. There's just us and an ocean of darkness around us. I'm no philosopher or poet, how would I know the truth? It's true that all these gods seem to do awfully little work - much like our politicians - and yet keep winning re-election to their golden thrones in heaven, year after year."
(Traducción, Blojeans)
Un, dos, tres,...muchos Vaticanos
lunes, octubre 13, 2008
sábado, octubre 11, 2008
viernes, octubre 10, 2008
Hubo tiempos, no demasiado lejanos, en que los animales eran seres cercanos a los dioses. Compartían con ellos el estar fuera del tiempo. O ser una más de las máscaras de la divinidad. La caza misma era una competencia en que la derrota era menos deshonrosa que el hambre posterior, si la lucha había sido justa. La familia o el clan tenían un animal totémico. Sin duda la aparición en nuestros sueños de bestias benéficas o maléficas es un resto de aquella manera de estar en el mundo. Hoy, sin embargo, cuando la cercana extinción de seres tan poderosos y otrora temidos como las ballenas, leviatanes de las profundidades, está a merced de que una o dos hembras de tal o cual especie no choquen (por año) con nuestros barcos de acero, o no terminen de hundirse (y ahogarse) tras años de arrastrar sedales y redes de pesca que no se deterioran ni se pudren; los animales se han convertido en productos a consumir o íconos de culpa a preservar. Bansky se burla -en las instalaciones del video- de la mirada que los medios construyen de lo animal: producto o espectáculo. El Twetty, Piolín, ancianito da para la carcajada y el espanto.
Twetty cumple 100 años
miércoles, octubre 08, 2008
"No ser capaz de imaginar un futuro podría ser la primera etapa para tener un futuro real".
En tiempos en los cuáles los diques, a veces grandilocuentes y agresivos, en los que confiamos como parte esencial de la naturaleza del mundo, se resquebrajan; la frase anterior de Adam Phillips viene a cuento. Que el futuro sea inimaginable nos coloca frente a la necesidad de elegirlo, de luchar, de hacer, tener algo (o mucho) que ver con la forma que va a tomar. Son días en que no sólo tenemos que angustiarnos frente al peligro, sino también desempolvar la libertad.(Imagen, Ralph Fiennes y Adam Phillips conversan sobre Edipo, a quien el primero representará en Londres:
http://entertainment.timesonline.co.uk/tol/arts_and_entertainment/stage/theatre/article4876499.ece
Cuando despiertas
lunes, octubre 06, 2008
Un bar donde un trago puede hacerte volar como una quimera de Chagall, conocer a una chica de Avignon o quedar con la cara hecha un Pollock. Pasen y vean....
Kunst Bar en la Cità De Chirico
El dibujante que sobrevivió a la demolición del mundo