De la materia que están hechos los sueños (feos)
miércoles, junio 30, 2010
De la materia que están hechos los sueños (feos)
miércoles, junio 16, 2010
¡¡Olé, olé!! ¡¡James Joyce, James Joyce!!
domingo, junio 13, 2010
Desde que el marketing y la publicidad han convertido la apelación constante a "la maravilla" en un as barato (como un pequeño demonio que no tiene verguenza, porque resulta simpático, en prevenirnos abiertamente que su fin es, si no la estafa, el ofrecernos una alucinación modesta a buen precio), la palabra y la experiencia se han infantilizado.
Ahora, si bien es cierto que la niñez es el hogar del sentimiento de lo maravilloso (porque también es el reducto inexpugnable de la pasión que no siente verguenza de su desmesura), nada nos obliga a rechazar su visita en la vida adulta. Y si el fútbol, como un buen burro, no se derrumba con la sobrecarga tirana de querer convertirlo en un "espectáculo", es porque está provisto de las muletas felices que nuestros ojos le prestan con la esperanza de entrever una (o varias) de estas apariciones de la maravilla.
Esta donación de esperanza que espera recibir un repago multiplicado se encuentra también en ese otro juego serio (y negocio lucrativo real sobre lo imposible): el arte. Gran fortuna (y quien sabe si no pequeña desgracia), no hemos creado un Campeonato Mundial de Arte en que selecciones nacionales de artistas exciten y deleiten a las masas con sus habilidades, azares y trampas.
Si tal campeonato existiera, tendríamos algunas sorpresas. Una de ellas, el descubrir nuestra ignorancia casi total del juego y la potencia de una selección alemana que ha estado alejada por medio siglo de la notoriedad de los fuegos artificiales british (YBA y siguen firmas), de las escuelas (y guerras civiles) de Nueva York y la Bay Area, de la emergencia china y hasta de la más que honrosa pechugada mexicana. Pero Georges Baselitz, Anselm Kiefer, Gerhard Richter, Martin Kippenberger, Jonathan Meese, Rosemarie Trockel y Khatarina Fritsch, entre otros, han estado creando –en muchos partidos de más de 90 minutos– jugadas en busca de la maravilla. Como lo hizo Sigmar Polke, quien murió hace tres días.
martes, junio 08, 2010
¿Se puede convertir una Máquina Rube-Goldberg en una canción o una canción en una máquina R-G? Tras meses de trabajo, 85 intentos en tiempo real, la destrucción de dos pianos verticales y diez televisores, los miembros de la banda OK Go y sus amigo ingenieros tienen la respuesta: "Sí". El video que lo prueba está arriba (posee el agregado sorprendente de estar, además, filmado en una sola toma sin cortes y de que la máquina toca activa el tema y toca la melodía por sí misma en un momento).
Si quieren ver el vídeo de la canción sola adelanten al minuto seis y algo.
Sí, messy, pero tan grande como la vida
viernes, junio 04, 2010
Este video de Matt Brown, para el tema Doppelganger (2004) de la banda danesa Efterklang, es notable: produce extrañamiento e intensidad sin ningún otro efecto que la edición y los colores alterados del video de alta definición. Lo hace mediante el efecto narrativo de superposición de opuestos que Malcom Lowrry usaba con tanta maestría y con el alargamiento del tiempo de percepción (algo que se usa en un sentido más complejo, pero con un efecto de crudeza en la segunda parte de Elogio del Amor de Goddard). Verlo hace cosas.
La mar estaba serena, pero...
martes, junio 01, 2010
La pija bajo su brazo derecho –¡con esa mirada y esa sonrisa!– en el retrato que le hizo Robert Mapplethorpe y sus arañas gigantes fueron parte de esa "espectacularidad" con que muchos la conocieron. Pero lo suyo era otra cosa: "Lo mío es el negocio del dolor", dijo.
(“The subject of pain is the business I am in (...) To give meaning and shape to frustration and suffering (...) The existence of pain cannot be denied. I propose no remedies or excuses.”).
Dado que el negocio de los que hacen negocios con el arte en la sociedad actual suele preferir asuntos menos ambiguos, inciertos y poderosos que el dolor y la frustración, nos olvidamos que el arte, es también el arte de hacer algo con las congojas que nos llegan. Reparar, refundir, purgar en sí mismo. Con su acción incesante, con su furia, con su drenaje animoso del dique del sufrimiento, Louise Bourgeois hizo algo invaluable para cualquier "mercado" del arte, fertilizó e hizo del mundo un lugar más habitable para todos aquellos que tenemos la posibilidad de ejercer esa labor diaria tan estimulante como peligrosa, entusiasta y desoladora: tejer y destejer con los otros nuestra propia versión de eso necesariamente fallido, ser humano.