lunes, julio 25, 2011
viernes, julio 22, 2011
Julian Freud ha muerto. Pose o verdad, era un tipo al que no le venían con cosas. Había clavado su pica en Flandes y no la iba a sacar para salir en la tapa de una revista o congraciarse con Dios, el Diablo o la Reina. Para algunos la "pica" estaba estancada en cierto manierismo: léase, lo acusaban veladamente de ser un chancho bien instalado en su chiquero de óleo. Para otros, en cambio, había decidido poner el cuerpo y la mano en una veta de un riqueza que los aflijidos por huir hacia adelante –hacia la notoriedad, ese espejismo que nos pierde a los modernos– ni podían siquiera soñar: la pintura, el cuerpo y la psiquis como materia inseparable.
Sus obras no eran agradables, enternecedoras, complacientes o alegres. Tampoco siniestras. Quizá había un exceso de lo humano concreto, tanto de sus modelos como de él mismo, en ellas. El exceso, no como acción, sino como inmanencia, como singularidad que marca cada cuerpo único. En algún lugar, su capacidad para no distraerse recordaba que aquello todavía era posible (y hasta deseable). Y cuándo –fuera por su abuelo ícono o porque le daba por retratar a una modelo, una mesera de un bar olvidable o a la monarca de las islas– alguna pequeña alharca mediática se armaba al respecto, parecía ser menos él que se convertía en carne de la sociedad del espectáculo, que alguien tirándole un tarro de pintura a ese dragón que escupe escenografías que se queman al instante, rescatando o agregando vida a la vida de esas personas.
Un rostro pintado y collageado del artista alemán Friedrich Kunath, con una lágrima, para celebrar y lamentar la pérdida de tal existencia.
lunes, julio 18, 2011
miércoles, julio 13, 2011
Un dibujo encantador de Picasso, enviado a su amigo Apollinaire –quien se había enrolado como voluntario en el lado francés durante la 1ª Guerra Mundial– por correo. El soldado es justamente Apollinaire (con su apellido de nacimiento) y el aspecto todavía "épico" probablemente se deba al momento: la guerra de trincheras no había comenzado y se pensaba que el conflicto sería corto. Aparece en el último número del Diario de Poesía (Buenos Aires), dentro de un especial de cartas entre poetas.
lunes, julio 11, 2011
¿Cuál es la naturaleza del transcurrir del tiempo? ¿Existe tal cosa o es otra de las ilusiones que nos inventamos con el lenguaje? Creemos, por ejemplo, que podemos imaginar el tiempo detenido. Vemos un foto y decimos: "Acá está, congelado", simplemente porque las cosas no se mueven. Intuitivamente hacemos hermanos a la agitación y el paso de ese gigante milpiés de segundos, el tiempo.
Pero alguien que ama hacer sombreros, nos señala el trabajo de la fotógrafa Irina Wernig. Una de sus series, bautizada con brillo Back to the Future, se basa en la idea de tomar a una persona en dos puntos del tiempo (1987 y 2010, digamos), pedirle una fotografía del "pasado" y volver a colocarla en la misma situación de "reproducción" (tipo de luz, película, espacio físico, ropa, implementos, gestos corporales, etc).
El resultado es sorprende: ¡Los cuerpos han cambiado (a veces, los lugares un poco también), sin embargo el TIEMPO es el mismo!
Quizás el "desmediadamente" quiera decir que –sensibles y orgullosos como somos, los humanos– cualquier proporción de desconsuelo siempre será mucha, al menos respecto de nuestras ilusiones. Así, Joseph Beuys tendría razón: todas las personas somos artistas en potencia y de nuestra propia vida.
(El texto pertenece al poeta Ted Hughes)
(El texto pertenece al poeta Ted Hughes)
jueves, julio 07, 2011
"¡Y ahora escúchame bien! Yo no estoy loca. Sé que en la vida yo no voy por ahí diciendo 'es una... es una... es una'. Pero creo que en ese verso la rosa es roja por primera vez en la poesía inglesa desde hace cientos de años". Gertrude Stein tenía su genio y así le pidió a Thornton Wilder que la dejara de cuestionar por su poema más famoso (feliz y tontamente célebre a la vez): "A rose is a rose is a rose is a rose...". Como escribe Jonah Lehrer, "al repetir el nombre una y otra vez, esperaba separar el significante de lo que significaba y recordarnos que una palabra es sólo una sílaba de ruido arbitrario...".
"Rosa" de Cy Twombly (arriba) posee algo de esta cualidad de separación/indicación que, paradojalmente, actúa como un boomerang de nuestra atención: Nos indica que ESA COSA CHORREANTE es la imagen de una rosa. Claro, él usa la palabra, "que gracia" dirán algunos. Sï, gran gracia, porque la palabra también está chorreando y es una que se está "despalabrando", disolviendo en grafía, gesto, tacha, parpadeo de la fuente: más "manu" que "scrito".
Como con mucho del arte pictórico más vivo (y, por ende, enriquecedor) de la modernidad, frente a los cuadros de Twombly, uno siente ganas de decir What the hell are you feeling?, pero al modo en que David Shrigley titula su libro gráfico What the hell are you doing?, dentro de un globo de comic y con las palabras en tinta negra y manuscrita. Y cada cuadro es su propia contestación.
domingo, julio 03, 2011
Café Baraka. Sábado. En algún lugar entre las 20 y las 21:30 horas (sí, el tiempo es también un espacio donde uno se arrellena, o no), Martín BA recuerda la frase de un niño: "Hasta el Infinito y basta ya". Cierto, los pequeños, como las civilizaciones y los estilos en el arte, buscan que les pongan límites.