Había una vez un hombre que odiaba la ciudad. Quizás tuviera
que ver que durante sus 28 años en las fuerzas armadas de su reino casi siempre hacía cosas solitarias: volar en paracaídas, navegar en canoas, acampar en bosques. O, tal vez, fuera un efecto curioso de su apellido: Woodbridge, Puente del bosque. En él. El asunto es que aquel hombre un día se encontró sin trabajo. No poseía dinero y quería retornar a la soledad de la intemperie que era su amiga. Entonces tuvo una idea ¿y si se convertía en el hombre más tatuado del mundo y hacía de su piel la de una fiera, un leopardo. No por nada más especial que porque era un tatuaje fácil aunque ¿acaso no es -idealmente-un soldado una fiera admirable? Y entonces... http://www.guardian.co.uk/uk/2008/oct/28/scotland
que ver que durante sus 28 años en las fuerzas armadas de su reino casi siempre hacía cosas solitarias: volar en paracaídas, navegar en canoas, acampar en bosques. O, tal vez, fuera un efecto curioso de su apellido: Woodbridge, Puente del bosque. En él. El asunto es que aquel hombre un día se encontró sin trabajo. No poseía dinero y quería retornar a la soledad de la intemperie que era su amiga. Entonces tuvo una idea ¿y si se convertía en el hombre más tatuado del mundo y hacía de su piel la de una fiera, un leopardo. No por nada más especial que porque era un tatuaje fácil aunque ¿acaso no es -idealmente-un soldado una fiera admirable? Y entonces... http://www.guardian.co.uk/uk/2008/oct/28/scotland
El leopardo bípedo
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