viernes, julio 22, 2011



Julian Freud ha muerto. Pose o verdad, era un tipo al que no le venían con cosas. Había clavado su pica en Flandes y no la iba a sacar para salir en la tapa de una revista o congraciarse con Dios, el Diablo o la Reina. Para algunos la "pica" estaba estancada en cierto manierismo: léase, lo acusaban veladamente de ser un chancho bien instalado en su chiquero de óleo. Para otros, en cambio, había decidido poner el cuerpo y la mano en una veta de un riqueza que los aflijidos por huir hacia adelante –hacia la notoriedad, ese espejismo que nos pierde a los modernos– ni podían siquiera soñar: la pintura, el cuerpo y la psiquis como materia inseparable.
Sus obras no eran agradables, enternecedoras, complacientes o alegres. Tampoco siniestras. Quizá había un exceso de lo humano concreto, tanto de sus modelos como de él mismo, en ellas. El exceso, no como acción, sino como inmanencia, como singularidad que marca cada cuerpo único. En algún lugar, su capacidad para no distraerse recordaba que aquello todavía era posible (y hasta deseable). Y cuándo –fuera por su abuelo ícono o porque le daba por retratar a una modelo, una mesera de un bar olvidable o a la monarca de las islas– alguna pequeña alharca mediática se armaba al respecto, parecía ser menos él que se convertía en carne de la sociedad del espectáculo, que alguien tirándole un tarro de pintura a ese dragón que escupe escenografías que se queman al instante, rescatando o agregando vida a la vida de esas personas.

Un rostro pintado y collageado del artista alemán Friedrich Kunath, con una lágrima, para celebrar y lamentar la pérdida de tal existencia.


2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

perdon, es julian o lucian¿

10:48 p. m.  
Blogger fliptoon dijo...

Uh, ¿escribí Julian? Es Lucian...apssss!!!

12:07 a. m.  

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