Misterioso asunto: la referencia a esta belleza nacida en Lousiana y emigrada de pequeña a París, venía adjunta a una parte de la letra de la canción del brasileño
que habla precisamente de alguien que se encuentra con un ex amor y finge no reconocerlo.
En un cierto sentido es lo que le pasó a
John Singer Sargent, el pintor del retrato, quién debió dejar la capital francesa y llevarse el cuadro, luego que su presentación (en el Salón de 1882) lo empujase de la admiración general al desprecio. Y, en un sentido poético, a ignorar su propia audacia. ¿La razón? El bretel caído del brazo derecho. Es decir aquel hombro desnudo (imagen inmediatamente superior, recreada recientemente). Tanto fue el alboroto, que el laborioso John se lo "subió", pintándolo (segunda imagen desde arriba hacia abajo).
Que el asunto de "con o sin" tenía algo de crucial, lo muestra que la copia inconclusa (primera imagen de todas) que el mismo Singer Sargent hizo, dejó la piel libre y en la acuarela tiró una pincelada sin mucho ánimo.
Hasta aquí el post que, originalmente, planeaba hacer, pero la búsqueda de una copia digital de su admirado El Jaleo, derivó en una cadena de conexiones inesperadas. Revisando el catálogo de las obras -mientras recordaba como, cierta vez, su amigo Ignacio I. lo llevó a un departamento de San Telmo para observar "un Singer Sargent auténtico" en vivo y en directo, que pareció ser más bien una imitación-Blojeans descubrió que éste había pintado varias veces a una pareja chilena decimonónica (los Subercaseux). Tan contento como sorprendido, decidió llamar a la única persona que conoce que podría comprender la singularidad del dato.
El asunto derivó en una conversación sobre mujeres extraordinarias que movieron y conmovieron el mundo del arte parisino y en como, heredera de la belleza y donaire de Madame X y Madame Amalia Subercaseaux, la también chilena Eugenia Huici de Errázuriz se apareció en el estreno de la Primavera del Fauno de Igor Stravinsky (con Stravinsky allí), vestida con "una tela a rayas de carpa de playa, sin una gota de maquillaje y con una línea de rojo bermellón sobre la boca, porque a ella le gustaba robarse la película en todas partes".
Pintada por Picasso, descubridora "de un jovenzuelo llamado Cristóbal Balenciaga, que también le hacía la funda de sus muebles y quién impuso al arquitecto catalán Sert", Madame Errázuriz, disfrutó de lo lindo de París. Podemos imaginarla bailando alguna zamba canuta en boga, con tantas ganas como la bailadora (abajo) de El Jaleo.
Porque jaleo sí que hizo JSS con su pintura (que levante la mano el que diga que
Edward Hooper no sacó nada de él). Pero aprendió la lección dura de Madame X: a partir de entonces los goles de innovación que metió, los hizo casi a escondidas, mirando para otro lado. Como arriba. Si hacen click y amplian, verán que sobre el muro, a la izquierda, hay el grafitti de un toro y la marca de la palma de una mano entintada (¿ya se había descubierto Altamira o algo así?) y a la derecha, sobre las chicas que dan palmas y gritan, también sobre el muro, refulgen varios "ole, ole". Parecen flotar en el aire. Por ello
Robert Hughes, o algún otro, han dicho que es la primera pintura occidental que incluye
rayados. Un guiño, una manifestación de un amor que no desconoce el origen de la pintura en el feliz placer de manchar y que une a Singer Sargent con
Keith Haring, Basquiat y todos los coloristas apasionados de la contemporaneidad.
Madame X, misteriosa y regaladora