Una animación brillante (y no por la cantidad de fuego) de Walter Robot para el tema Grapevine fires de Death Cab for Cutie (basada en una historia real, dicen)
Ah..., el incendio de la vida
Las ideas como jeans / Ideas like a jean
Una animación brillante (y no por la cantidad de fuego) de Walter Robot para el tema Grapevine fires de Death Cab for Cutie (basada en una historia real, dicen)
Ah..., el incendio de la vida
Nuevamente a paso cruzado, Blojeans descubre –serendipítycamente– una banda que fue el futuro del pasado, los portugueses de Tres Tristes Tigres. Además con una animación de Paulo Américo que se agradece.
Otro viaje en el tiempo y van...
Esto (arriba), City of Ahirit (1976), de James Turrell, está ahora en Argentina. Sin embargo, vivirlo no será nada fácil, por no decir casi imposible. La obra del artista del espacio y la luz se encuentra en un museo dedicado especialmente a él, en los faldeos precordilleranos en los valles Calchaquíes de Salta. Allí, el coleccionista suizo Donald Hess creó el Museo Turrel dentro de la Estancia Colomé (con un hotel y restaurante, además), que posee un viñedo y vinos propios. Más info periodística aquí. Imágenes del museo de 1.800 m2 cubiertos acá.http://vimeo.com/5316077 from Diego Javier Alberti on Vimeo.
Soledad Stagnaro, inventora de los "dibugramas", para mí "palabrogramas" que, de cuando en vez, nos sorprenden desde las paredes en Buenos Aires, nos envía este video. Mirándolo, más allá del disfrute que produce aquel cuerpo moviéndose en la intersección de los trazos luminosos y el telón fragmentado, a Blojeans la música le trae recuerdos de épocas pasadas. Muy. Tiempos en que las composiciones de Philip Glass o Michael Nyman eran el futuro. Inaccesible. Extraño. Mejor.
Es curioso, hoy aquella música es música del pasado. O, mejor, música del futuro del pasado. Un futuro que empezaba con Einstein on the Beach y culminaba con Akhenaton (óperas) o Itaipú. Un futuro que nunca llegó. Por eso produce una cosquilla escucharla asociada al futuro entrevisto, convocado, por otros.
Los futuros, esos chicos muy traviesos
Volvamos al principio..., o sea: "En el principio estaba todo oscuro y vacío, entonces Dios dijo: Dientes de leche ¿están ahí?..."
El tiempo, manido gran destructor, hace que todo pase, pero no deja de dar para una reflexión el que, si le preguntamos a cualquier persona promedio de una ciudad occidental, ésta sea capaz de decirnos muchas cosas de las que hizo París Hilton en su corta e improductiva vida (¿será ese el gran mérito que le envidiamos? ¿mostrarnos una versión actual de la fantasía de la princesa: una perfecta inútil que goza su inutilidad, pero no porque admiremos la inutilidad en sí, si no por los efectos casi extáticos de su mezcla con el poder y la riqueza intensos?) y ni apenas el nombre de más de uno de los 12 seres humanos que han estado caminando en la luna.
Cuando el 21 de julio de 1969, pasadas las 2 de la mañana (hora de Greenwich), Neil Armstrong y Edwin Aldrin fueron los primeros seres humanos (si exceptuamos, con certeza, el alma de varios chamanes) en caminar sobre la luna, pocos sabían que alguien más descendió con ellos. Sí, ¡Snoopy! En la imagen de arriba (fragmento de una publicada en mayo de ese año) lo veíamos piloteando la nave rumbo a su misión más trascendente.Lo sabemos: las cosas que planeamos no salen como (creemos que) lo deseamos. Algo parecido ocurre con las ideas. Las grandes ideas. La Ilustración produce la revolución francesa, ésta a Napoleón. Y, ¡sorpresa! El pequeño corso usa las fuerzas liberadas por el nacimiento de la república moderna para intentar...construir un imperio (hay que decir que bastante liberal para cómo venía la mano en esos días). Entonces invade a un montón de principados alemanes y, de pronto, nos encontramos a unos chicos del siglo XV, los prusianos, creando el II Reich. Y, los europeos se enteran con dolor, cien años después, no hay II sin III Reich... El documentalista inglés Adam Curtis se especializa en estas volteretas de la Historia.
El siglo del Yo es un relato visual mediante el cual nos enteramos cómo Edward Bernays, el hombre que creó la expresión "relaciones públicas", un sobrino de Freud que trabajaba para Enrico Caruso, tomó algunas ideas del psicoanálisis y dió el puntapié para crear la sociedad de masas que al comunismo le respondería con el exitos...consumismo.
¡Te dije que no me lo digas!
"Everyone should have therapy, and a piano and a dictionary". Alex James
Blojeans recibe la sugerencia de disfrutar esta animación stop motion del tema Her morning elegance. Lo hace y decide compartirla. La debemos a los afanes de Oren Lavie, cantante multilocalizado en Tel Aviv, Berlín y Nueva York. Y sí: ella está viva. No sólo agrada, divierte, emociona. La sorpresa es que él mismo Lavie es su creador. Con aspecto que rememora al encantador Alvy Singer argentino, un no se qué a la Michel Bubble y hasta un dejo neocroner Harry Connick Jr., dejaremos abierta la posibilidad de una futura rehabilitación sónica (es un poco oso meloso). Pero, sin duda alguna, podría llevara a cabo una brillante carrera de director de arte.
Animáte otra again, Sam
¡¡Uf, af, suf, paf!! ¡¡Llegamos atrasados al cumpleaños 75 de Donald!! ¡¡Y no es que estemos bajo el influjo de algún voluntarioso desarreglo de los sentidos beatnik o rimbaudiano!! No, fue puro y simple despelote. En fin, apenas si unos minutos, asi que la fiesta sigue y aquí estamos para agradecerle a Carl Barks y a Don Rosa por haberle dado un cuerpo, vida y aventuras verdaderas a ese pato neurótico y melodramático que todos llevamos dentro. Ese que Walt Disney inventó como una especie de Sancho Panza "moral" (o inmoral, mejor dicho): envidioso, lastimero, enojón, caprichoso, vano, bobo y torpe en sus comienzos; para que hiciera de contraste, en busca del feliz destaque de su héroe: Mickey Mouse. Por suerte, sorpresas nos da la vida, y si de mouses se trata, Mickey is dead by bored and santurrón; y Donald se ha convertido en un ser multifacético, tan humano como nosotros mismos.
33,2 millones de personas no pueden pagarse la comida en EE.UU. en estos días. Eso es el 11% de la población total. Así –para llegar a fin de mes sin hambre– tienen que usar los vales de alimentos que entrega el gobierno, con un costo de US$ 3.800 millones mensuales.
Sí, 250 mil personas mueren al año en accidentes de tránsito en China: una cantidad seis veces mayor que en EE.UU., que tiene dieciocho (18) veces más vehículos.
Si de deudas se trata, sabemos que le debemos cosas importantes a cierta gente, padres o ex parejas, por ejemplo. Lo que no solemos sospechar es que le debemos muchísimo a personas que, como bien citó Richard Sennett, "están enterradas en tumbas que nadie visita". Gente que hizo su trabajo bien. Simplemente eso. O luchó un poco más, un día. O dos años. O tres décadas. O se permitió ser decente aquella única vez. Uno de ellos es David Carradine.
Realizada por Hal Ashby, Bound for Glory es un film que relata parte de la vida de Woody Guthrie, un músico de Oklahoma, que mal vive en Texas, y se ve obligado a migrar hacia California cuando a la Gran Depresión la sigue una sequía e inmensas tormentas de polvo que inutilizan gran parte del medio oeste de EE.UU. Son tiempos difíciles. Y cuando los hombres se ven obligados a tomar decisiones difíciles. Los resultados suelen ser malos: la pobreza y el miedo no son buenos consejeros. En ese contexto Guthrie empieza a escribir canciones retratando los sentimientos de los desposeídos y a cantarlas en la radio. Sin saberlo inicia un género (Pete Seeger, que viajó con él, Bob Dylan y de ahí para acá, todos los músicos camperos con posición políticas le deben algo. O mucho. Su influencia llega hasta León Gieco o Andrés Calamaro, en las pampas pop sudamericanas) y, claro, viene la fama y...la tentación de salvarse solo.
Pues bien, Carradine enfrentó la tarea de retratar a ese músico que descubre que el arte lo puede todo, si "todo" no incluye cambiar la naturaleza humana bajo las constricciones del capitalismo. No hacer una caricatura de un bien pensante, sino pintar a un hombre con sus dudas y carencias, esencialmente fallido, como todos nosotros, fue uno de los grandes éxitos en la vida del actor, que –a los 72 años– tenía ¡¡9 películas en pre y postproducción en este 2009!! y había hecho de productor ejecutivo de una nueva versión de Ricardo III el año pasado.
Ese era David Carradine. Su padre John Carradine, uno de los grande actores de terror de la era de oro de Hollywood, estaba orgulloso, sospechamos.