miércoles, febrero 18, 2009


Hay artistas a los cuales la fama póstuma invisibiliza mediante un pase de manos cruel: hacerlos caricatura. A veces, menos a ellos que a lo que –supuestamente– "debemos" ver en su obra. Es el caso de Edward Munch, a quien el marketing y el pop-trash han condenado a la prisión de tarjeta postal de su obra "El grito".

En un lindo artículo del NYTimes (http://www.nytimes.com/2009/02/13/arts/design/13munc.html?pagewanted=1&ref=arts ) se deja clara su grandeza: "Yet the exhibition also leaves no doubt about Munch’s singularity as a giant of the imagination and of modernism. Several artists here — Klinger for example — vacillate all over the dial from academic to radical. Munch simply broke the dial". El multimedia adjunto muestra la versatilidad de su estilo.

(Imagen, "Beso al lado de la ventana")

El que se la jugó

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