Aunque la expresión no es nada linda, me gusta mucho este autorerretrato de Antonia Lara (Antonia Lara con sueño, podría titularse. Ella lo llamó ¡Tengo sueño!), porque logró ahí escapar a la tentación de la caricatura y nos revela algo, quizás feroz, de la autoconciencia. El realismo tiene todavía mucho para dar si alguien se esfuerza en arrancarlo del cómodo sillón en que lo hemos dejado.¡¡Avanti rubiocha!!


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