Como alguna vez dijo Marshall McLuhan: Los genios suelen dar en el clavo, pero no siempre en la cabeza. Quizás es lo que le ocurrió a George Orwell y su novela distóptica (no, distópico no es un tipo de jarabe, sino una utopía mala onda o, como en Un Mundo Feliz, una que solo parece buena) 1984, pues si bien el Reino Unido actual está saturado de cámaras Little Big Brother y el gobierno conservador está decidido a acabar con esa inutilidad: las bibliotecas públicas, las libertades civiles siguen en pie. Signo de los tiempos, sin embargo, Haruki Murakami –el novelista japonés autor de El pájaro que da cuerda al mundo– escribió hace una nada, su propio 1984. Ahora, cruzando apenas una lengua oceánica, y caminando unos kilómetros adentro de la costa china, un gobierno que únicamente dice desear la paz y el bien de sus habitantes y de los de todo el mundo, mantiene detenido a un artista sin derecho a habeas corpus (o sea, a que alguien vea dónde está y si siguen todas sus partes corporales unidas) y parte de la gente que trabaja con él, por muchos días. Luego de una campaña en que se le acusa de todas esas infamias que tan bien calzan con el prejuicio del artista como criminal apenas encubierto (sexualidad desviada, estafa a conciencia, anarquismo personal, desverguenza, vanidad, orgullo rebelde), comienza el segundo acto de la farsa: la confesión. "A medida que la investigación se profundiza, las autoridades públicas de seguridad acumulan testigos muy sólidos, documentación y evidencia circunstancial y el mismo Ai Weiwei ha tenido una muy buena actitud cooperando con la investigación y ha comenzado a confesar". La cita proviene de un diario de Hong Kong bajo control del gobierno dictatorial de Pekín. Y posee ecos ominosos (que es una la palabra "prima" que mira al futuro, de tenebroso) de las que anticiparon el destierro o la muerte de tantos artistas en los gulags stalinianos, los campos de reeducación franquistas y varias dictaduras de la patria grande latinoamericana. Historia Universal de la Infamia: Acorde con su mayor poder, China quiere aumentar su protagonismo en ella
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