miércoles, mayo 26, 2010

Fue simple. El Sr. Blojeans pasó a verme una tarde de la semana pasada y me dijo: "ahora que has terminado tú novela (si es que alguna vez se termina una novela ¿es la séptima reescritura, no?), me gustaría que te hagas cargo de Blojeans". Directo al hueso. Me explicó que tenía otros proyectos en marcha y que le gustaría lo siguiera posteando. La verdad, no lo esperaba. En ese tono de sarcasmo suyo que llevó a que alguna gente poco sutil lo haya bautizado como El Petete Diabólico, agregó que "ahora que terminó Lost, que el sistema financiero mundial va a ser puesto en vereda y que habrá que esperar un siglo más para las zonceras del tricentenario, algunos comentarios, chungas e informaciones sobre las artes y sus alrededores serán bienvenidos". Miré a nuestra común amiga, Flor Gutman, en espera de algún comentario, por el sí o por el no, pero ella aprovechaba el diálogo para avalanzarse sobre las auténticas magdalenas francesas (con jorobita) de L'Épi, que el Sr. Blojeans había traído a casa (imagen de arriba). Como es cierto que varias veces le acerqué a mi amigo alguna imagen o lo acompañé a alguna muestra, que luego terminó por acá, la verdad es que le tengo cariño a este blog. Entonces, decidí que no me quedaba otra que ser fiel a ese sentimiento y decirle que, "gracias, bueno, trataré de hacerlo lo mejor posible". Sr. Blojeans, como suele pasarle, me dio la mano y cambió de tema, pasando a comentar el último libro de su interés: "Proust y la neurociencia" de Jonah Lehrer (abajo) y a hablarme del umami, Escoffier y esas cosas que lo conmueven.

¿Cómo sigue la película? Habrá algunas variaciones y otras tantas constancias. No se cuáles, sólo que seguiré con el afecto societatis (expresión querida por el Sr. Blojeans) hacia la inventiva, creatividad y el pelarse los dedos haciendo arte. Veamos que sale.


Blojeans cambia.

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