viernes, abril 25, 2008

Se viene Mayo y los 40 años de ese Mayo, el del 68: la última revolución parisina. Feliz, porque no murió nadie (a la inversa de la Comuna tan sangrienta, cual fallida) y después los franceses se relajaron un poco (¡imaginen como eran antes!). Más allá de la discusión sobre si fue el último estertor de utopismo de la modernidad o el comienzo de una nueva sensibilidad social, lo cierto es que en esos días se cumplió por última vez el aserto aquel: cuando Francia estornuda, Europa se resfría. El virus cruzó también varias aguas y hasta los jóvenes latinoamericanos quisieron cambiar la vida. Seamos francos: no resultó. Al menos no en una meta tan "fantástica" como lograr que las policías latinoamericanas sean tan disciplinadas y cuidadosas como la francesa de aquel entonces, y no disparen aunque arda París. Utopista retorcido, de esos que ya no ven ninguna autopista que nos llevé a un futuro mejor, Hugo Robles, en Santiago de Chile, homenajea a esos jóvenes revoltoseurs y los manda a lavarse los dientes y, claro, a la cama. Obviamente, acompañados.

...Y además, masquen bien, niños.

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