martes, agosto 16, 2011



¡Obama illuminati, go back to America! les gritaron y, simultáneamente, los golpes y patadas comenzaron a caer sobre Shepard Fairey y su amigo Romeo Trinidad. Fairey es el artista callejero yanqui que saltó a la fama mediática global gracias a su afiches de apoyo a Barack Obama en 2008, pero –previamente– había construído una imagen propia por medio de la actividad incesante de su serie Obey!, ganándose, de paso, algún allanamiento y detención en manos del FBI o el servicio secreto. La agresión tuvo lugar en Copenhagen, Dinamarca, y fue adjudicada a presuntos anarquistas, molestos por una obra de Fairey erigida muy cerca de lo otrora fuera una construcción centro de actividades de la izquierda anti sistema, que fue demolida por las autoridades hace pocos años (imagen de abajo).



El monumento ya había sido atacado previamente. En Dinamarca se dijo que la responsabilidad era de los medios, los que aseguraron que Fairey lo había pintado gracias un financiamiento municipal, cosa que el artista fue enfático en negar.

Luego de lo sucedido, el creador de Obey! repintó el lugar, escenificando un enfrentamiento con la policía, con ayuda de jóvenes de el ex centro, aun así el mural fue rayado nuevamente. Que se acusara a Fairey de ser un yanqui hipster (ataque rayano en lo hilarante) habla de que o algunos anarquistas daneses son industrialistas o que, tal vez, sus atacantes sean más bien neonacionalistas nórdicos.

La ironía de la historia es que el apelativo de "Illuminati" ha sido, desde fines del siglo XVIII, un insulto enarbolado no precisamente contra hippies o beatniks. Su primer uso provino de partidarios de la monarquía absoluta –en especial católicos contrarreformistas– para referirse a masones y, en general, todo tipo de simpatizantes democráticos. Más tarde, lo adoptaron u heredaron movimientos de ultraderecha o fascistas, para quienes tanto el liberalismo democrático, el socialismo y el comunismo no eran más que el resultado de la actividad conspirativa de un pequeño grupo de personas sin ninguna conexión con la realidad económico social. Desde fines de los 80 y en los 90s del siglo recién pasado, comenzó a circular en un sentido no opuesto, pero quizás hasta más llamativo: numerosos documentales y sitios de internet conectan el concepto con un presunto gobierno mundial en las sombras, cuyo fin es propagar el capitalismo y detener todo posible cambio del status quo pro globalización. Demás está decir que tanto los anarquistas daneses como los militantes más extremos de los Tea Party de EE.UU. (que consideran a Obama como miembro de una conspiración planetaria anti pueblo estadounidense) serían considerados illuminatis en la Francia y/o Prusia del absolutismo y estarían en sus mazmorras. Fairey, también.

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