lunes, agosto 09, 2010

"Una vez creó una pieza en la que se leía: "el mundo entero + el trabajo = el mundo entero".

–Le hago una última pregunta: ¿piensa que no tiene un ego enorme en comparación con otros artistas?

"–Noooo –dice riéndose–. Probablemente tengo un ego bastante grande, como mucha gente. Sólo parece chico cuando se lo mira desde muy lejos".

Así termina la nota sobre Martin Creed en la última Revista Ñ.

La imágenes de este post pertenecen a su "Trabajo Nº 850": Corredores que, cada 30 segundos, inician una carrera a lo largo de 75 metros en el museo Tate Britain. Cualquiera que haya disfrutado de correr en algún momento de su vida puede simpatizar con esta acción. El piso liso, el silencio relativo, el aire quieto, los espacios amplios (pero sin horizonte), el entorno de obras incalculables (y poco movibles), convierten tal carrera en un juego muy disfrutable.
Es curioso. En Bande apart, la película de Jean Luc Godard, los tres protagonistas corren a través de El Louvre, en París, para romper un record y lo viven de una manera gozosa. Décadas más tarde, en Los Soñadores, los tres protagonistas deciden imitar a los personajes de Bande apart, tratando de... romper el récord y repiten la carrera prohibida. Pasan unos años más y Creed convierte los galopes bípedos en una obra efímera, pero profesional.





Y, como para no darse el gusto, Creed mismo aprovechó una nota y... se pegó su carrerita. ¿No habrá sido Trabajo Nº 850 una excusa para darse ese gusto? Envidiable.

Una obra a la carrera

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