viernes, julio 16, 2010

"Tú pintor, mi querido Erasmo es un artista maravilloso". Corría 1526 cuando Thomas Moore (o Tomás Moro) escribía con entusiasmo esa y otras florituras –destinadas a Hans Holbein, el joven– en una carta a su amigo Erasmo de Rotterdam. Erasmo ya lo sabía. No sólo por los retratos que Hans le había hecho, sino también por las increíbles, divertidas y, como no decirlo, audaces ilustraciones de éste para el libro "Elogio de la locura".

El sábado pasado, rumbo a una caminata en Costanera Sur, un librero de viejo nos detuvo con un dique de mapas, guías de ciudades y todo tipo de admíniculos gráficos que –según su decir– habían pertenecido a un viajero por placer y obligación: un tal ingeniero Bettini, que había pasado de los mimos de EE.UU. a su ira, cuando abandonó su participación en proyectos atómicos, molesto por su uso para la creación de armas. Todo lo cual lo habría condenado a una errancia cómoda (vigilado por la CIA y mal querido por sus compatriotas argentinos dada su partida previa a yanquilandia). Sin embargo, no sólo de mapas vive el hombre: Un Éloge de la Folie Par Didier Erasme de Rotterdam Avec Les Dessins de Hans Holbein. Éditions de Cluny a Paris, impreso en la ciudad de Dijon, en abril de 1937, apareció entre tanta cosa.

Las imágenes están llenas de vida:

"La locura ensayando de absorber el alma de Duns Scot" (arriba).

"Baco" (arriba). Que curioso este dios del vino que más bien parece un campesino pensando qué va a hacer con la uva, si le quedó bien el varietal o está muy "picado".-

Y, para el final, el escudo o insignia del impresor: Johann Froben. Y su frase: Prudens, simplicitas, amor (et) recti. ¿Dirá lo mismo en dos versiones de griego y una de lo que parece hebreo?
Imágenes encontradas

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