De pronto Duchamp. Se pasó 6 o 9 meses, casi encerrado, jugando ajedrez en Baires, luego de darse cuenta que "cubificar" la ciudad -llena de "machos"- era un imposible. Dicen. Hmmm. Suena a pescado podrido. Noventa años más tarde, 180 de sus obras desembarcan en La Boca. Allí parte Blojeans impulsado por la heralda más de verdad verdadera de la tardomodernidad: Simpática y Puntual (http://nomadeenmifeudo.blogspot.com/). Enamorada de la obra y del hombre, SyP eriza cuando Blojeans, frente al urinario R. Mutt, la rueda de bicicleta y la pala, dice: "No tienen aura".

Días después. ¿No tienen aura? Una vieja discusión entre Tzvetan Todorov y Anthony Burgues se centró en si el arte es "universal". El primero apuntaba que si. El autor de la trilogia malaya, aseguraba que no. Su argumento (condensado): Mis alumnos -malayos, chinos, birmanos, indios- encuentran que los celos de Otelo son muy cómicos.

Imagino que lo que Burguess quería decir era que si no disfruto el "cómo" de lo dicho/hecho, puedo no empatizar -e incluso no ver en absoluto- la "anécdota" de lo dicho/hecho. O verla, banal, sin ningún atributo de "arte".

Idea. Parte del genio -y de su obra temprana- de Duchamp fue poner a la gente con sus "anteojos-ansiosos de aura", frente a "como si obras". Descalce. Unfit.

(Imagen, arriba y abajo, pinturas de la serie Duchamp World Tour de Peter Blake. En la abajo Elvis y las Spice Girls posan bajo la atenta mirada de Rose Selavy).

Imagen, abajo, Duchamp shoe de LeRoy).

(Imagen, abajo, obra de Laurina Peperina).

(Imagen, Marcel Duchamp's breakfast comic de la simpática Kate Beaton que sólo hace mini historias de personajes históricos).

Unfit