jueves, octubre 18, 2007

"La civilización occidental y cristiana" se llama la obra con la cual -hace 42 años- León Ferrari puso el dedo en esa llaga: cómo nos engañamos y engañamos a los demás creando caos y muerte en nombre de la vida y el bien. Hoy apareció en la portada de Página 12, porque su autor ganó el "león de oro" principal de la Bienal de Venecia (curada en esta ocasión por Robert Störr). Vino al vino, no es común que una obra de arte se lleve una tapa de periódico si no se la han robado. O si no es parte de una subasta millonaria. Ello habla de muchas cosas, la principal: que suele interesarnos el arte por el dinero que se puede conservar o ganar con él. Que P12 le haya dado tal lugar no es inocente o la celebración -feliz- de un chauvinismo artístico. Tiene que ver con cómo la Iglesia Católica intenta marcar y controlar la agenda público-social en Latinoamérica. Es su respuesta a ello. Claro, el peligro de tal actitud eclesial -mientras haya libertad de expresión- es que algunos le recuerden que su demanda de pureza y virtud, muchas veces, ha engendrado tantas o más desgracias que las que supuestamente pretende evitar. Es que, en su obra más "política", Ferrari ha hecho notar esa desagradable verdad tan fácilmente olvidable: que cuando uno cree que el creador del universo le habla por las noches o por medio de una vocación, es demasiado fácil comportarse como el hijo malcriado de un poderoso, es decir, como un matón desalmado.

El cordero con cabeza de león

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