
Si hoy alguien dijera "¡¡y le planté un beso bajo la aurora, loco!!" sonaría impropio, lo mismo que un economista que mentase: "divisamos ya la aurora del momento en que pasaremos a ser un país desarrollado". ¿Será que la luz eléctrica omnipresente y la desconfianza de todo entusiasmo retórico la hicieron invisible? Para algunas culturas, la aurora era la hermana del sol y la luna. Ojo: la hermana del sol y la luna.

(Arriba, Aurora de hoy detrás de una ventana biselada. Abajo, ídem, en Palermo, Buenos Aires).
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