"La obra de arte ha sido siempre fundamentalmente susceptible de reproducción. Lo que los hombres habían hecho, podía ser imitado por los hombres. Los alumnos han hecho copias como ejercicio artístico, los maestros las hacen para difundir las obras, y finalmente copian también terceros ansiosos de ganancias. Frente a todo ello, la reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente". El párrafo anterior es una de las tantas joyitas de un texto ya mitológico (en el sentido de masivamente citado, pero no tan masivamente leído): "El arte en la era de su reproductibilidad técnica" de Walter Benjamin.
Pues bien, Girl –la heroína de Cat and Girl– ha decidido dar un paso más en tal "intensidad creciente" y pasar de la reproductibilidad a la creatividad por medio técnicos. No anda perdida. Si una novela es una máquina de narrar y si hace tiempo que se crean máquinas que fabrican máquinas ¿por qué no crear una que "maquine" novelas? La verdad es que está algo atrasada: el mundo editorial es esa "fábrica". De todas formas, el dial para afinar el narrador (arriba) y el caño de desechos gramaticales (abajo) son innovaciones a imitar...
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