Están artistas gráficos que se quieren; luego, los que se adoran y, finalmente, los más entrañables: aquellos que uno querría ser. A la amiga de Blojeans que le hizo conocer a Tom Gauld (arriba), le pasa con el empeñoso y tierno Kioskerman. A Blojeans los ojos se le llenan de bugs benéficos con David Shrigley y...Tom Gauld. En la tira de arriba, siempre rondando las externalidades de la literatura, Tom le da un raspacachos a los avangardetistas que matan lo que adoraron.
Mi novela tiene tipografía 3D...
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