Uno gecko así, pero más o menos de tamaño de la mitad de lápiz de grafito, apareció hace unos días en una de las hornallas de la casa de Blojeans. Tenía unos ojazos de niño. Y una expresión simpática. En particular, si se piensa que acababa de ser sorprendido debajo de una tostadora. El mundo, esa máquina de pruducir "inesperaciones", en estos días lleva a descubrir geckos minúsculos en las selvas del Ecuador, en tanto que sus primos gigantones se pasean muy tranquilos, como buenos inmigrantes en una sociedad de inmigrantes, por Buenos Aires. El de la hornalla en cuestión ¿se habrá sentido atraído por la súper abundancia de grafitos en Planeta Blojeans?
Grafitofilia de sangre fría
Que lindo descubrir un gecko, parece una senial de que lo bueno va a comenzar. Muy lindo post, it made me smile.
ResponderBorrarGracias Marian, ojalá se de así. En el peor de los casos espero que se coma a los mosquitos o...¡¡quizá ya lo está haciendo!! (prácticamente no los ha habido en casa en este temporada).
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