El año sale de las fiestas, se despereza y arranca. Y aunque siempre estemos cerca del desastre (la civilización, toda civilización, es un intento de convertir los desastres en problemas y los problemas en soluciones y las soluciones en... nuevos problemas), quizá podríamos pensar menos en las profecías mayas que en cosas menos glamorosas: la desigualdad social, por ejemplo. O la contaminación. O los efectos nada divertidos de convertir Brasil y el planeta entero en un rancho ganadero y sojero, como se nos advierte aquí...
Esos nuevos problemas viejos
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