miércoles, diciembre 06, 2006
Re Crearse es Re Creerse y Viceversa
Vuelta a las profundidades. Los campos magnéticos creados por los flujos radiantes del núcleo magmático de Blojeans retoman fuerza gracias a la presencia de estos dos polos isleños del arte figurativo del siglo XX: David Hockney (sentado) y Julian Freud (de pié). Ambos ingleses. Sobrino de Sigmund, el segundo. Hijo de un empleado con poca plata (que le compraba bicicletas usadas a sus hijos y las pintaba encima él mismo) el primero. Californiano adoptivo, Hockney aprendió a conducir alquilando un auto y mandándose solo por la autopista a Las Vegas. Llegó y pegó la vuelta sin ver la ciudad. Londinense misántropo, Freud ha hecho una figuración tan densa como indevorable por la Bestia 666 de la Publicidad, aceptando que The Sun (una Crónica al cubo) lo retrate como un Sátiro Serial que encandila féminas en ese estudio caótico que apenas entrevemos en la foto. David, el único hijo brillante de Picasso y Matisse, agradecido de que el escándalo sea ahora no ser gay, sino hétero. Freud, pulcro como carnicero en foto de la boda de su hija -disecta, cirujano con pincel- no sabe lo contentísimos que estamos que haya evitado (con sus potentes primos alemanes) que toda la pintura europea figurativa quedara atrapada entre la estrella oscura de Bacon y el sol de pelo lacio de David.
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