Soledad cosmiquita
Ariel es el amigo de Blojeans que acaba de caminarse 750 kilómetros, así, primero un paso, luego otro y -cuando no te das cuenta y ya con algunos kilos de menos- estás en Santiago de Compostela. Pero antes de ir allí se dió una vuelta por las playas de Valencia. No queda claro si, como esa fotógrafa gringa que se hizo célebre (y repudiada por los puritanos estériles que abundan en todas partes) por tomar fotos de rostros de niños llorando a muy mares por el simple expediente de quitarles el chupetín, Ariel utilizó un vil truco similar para desesperar a la nena-naranja que lamenta su desgracia en esa calle aledaña al mar. Sólo que algo titila desde allí.
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