sábado, octubre 01, 2011



"Durante su vida Edmund Wilson y Gore Vidal devoraron bibliotecas enteras. Que tantas lecturas hayan desembocado finalmente en tan poca sabiduría parece llevar a una conclusión: los libros son esencialmente inútiles. (Uno se lo temía ya un poco, y por otra parte, es por eso por lo que se los ama tanto)". Simon Leys en El éxito es vulgar, a propósito de mirar la vida en retrospectiva y las opiniones de ambos sobre La muerte de Iván Ilich de Tolstói.

Quizás se podría decir que la confusión entre conocimiento (maravillosamente transmitido por los libros), experiencia (a veces, pero no siempre, recreada por su intermedio y la disposición imaginativa de cada cual) y sabiduría es un clásico. Uno nada deshonroso, excepto para los que creen que existe algo como "LA" sabiduría, en vez de ese club de señoras algo ácidas, pero cariñosas, que no dan cita ni besan gratis: las sabidurías.

(Imagen, Mujer leyendo (1909). Édouard Vuillard)

¿Sabiduría? En el subterráneo, a la izquierda, por favor

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