sábado, junio 25, 2011

Será el póster con su invasión vangoghiana que desde los cielos se derrama, acechando por la espalda a Owen Wilson. Será el guión, donde el loser recurrente de las pelis de Woody Allen, es premiado con un ticket-máquina del tiempo para estar unas noches en ese París que era una fiesta con Hemingway, Picasso, Gertrude Stein & Cía del Arte Moderno Ilimitada. Será el cholulismo que atrae a muchos a ver a Carla Bruni seguramente hacer de Carla Bruni. Será que las comedias de enredos con quereres y desquereres, fatuos y encantadores, innovadores y desesperados vuelven a ponerse de moda. O, quizá, simplemente, que tanto dale el cántaro al agua, tanto insistir, al creador de Manhattan, otra vez más, la inspiración lo encontró trabajando, el asunto es que Medianoche en París es un éxito en recaudación en Francia, EE.UU., España y Brasil. Y falta el resto del mundo. No faltará quien diga que no está a la altura de Crímenes y pecados o de Zelig. No importa: si la altura fuera lo central no habría más que árboles gigantes y el resto de la tierra sería un yermo. Por suerte no es así y algunos arbustos y plantas rastreras son medicinales y nos alegran la vida a ras de suelo.

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