No tendrán la delicadeza cromática de los cakes californianos (abajo) del buen Wayne Thibaud, pero la fotografía (arriba) que Robert Barros –amigo de siempre de este blog, gastrónomo de fuste y lengua gozosa– manda desde Santiago de Chile, muestra que entre el fastfood y el slowfood existe una tercera vía tan bizarra como tentadora: el pantagruelfood: calorías a rolete, pero provistas por medio de productos cárnicos y vegetales procesados a mano, que se pelean entre sí como titanes de lucha libre desbordando el ring del pan (sólo falta que algún innovador se atreva con cereales integrales de alta densidad y nace un universo alternativo). ¿Acaso lo porotos verdes del "Chacarero" (arriba a la izquierda) no semejan los tentáculos de un calamar vegetal apostando a que su exhuberancia le dará pelea al umami de las carnes amontonadas en slices geológicas que facilitan su mordedura y deglución?
2 Comentarios:
Nunca los probé, pero el Chacarero parece ser el más tentador. Ojalá que cuando conozca Chile, pueda probarlos.
Un saludo!
Uh si, todos esos son terribles. La gracia es que cortan lonjas de carne finas y esas se hacen a la plancha en el momento mismo de armado del sandwich y eso le da un sabor muy bueno. Igual, mi favorito es el ave/palta, que se hace en pan lactal tostado, coin la palta pisadísima y el pollo picado...
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