No era ninguno de estos. No. Era la extensión de un cuadro de Dexter Dalwood. De uno que existe. Ponías los dedos en la pantalla y, haciéndolos abrirse, ampliabas y movías la imagen hacia la derecha, descubriendo un paisaje de colinas hermanadas hombro a hombro, domingueras en su sol despreocupado y su punteo de árboles pequeños y vigorosos. Pero si Dexter ha dibujado algo así, cosa más que insegura, no se encuentra en la red. Además, él es más oscuro. En cambio, el clima de aquel cuadro que aparecía en el sueño, tenía algo más de esa calma turgente de los campos y suburbios de Wayne Thibaud (como el de arriba, por ejemplo). ¿Dónde estará ese paisaje? Si no está, habrá que crearlo. ¿Voluntario/as?
¡Asombroso! ¡Estás escribiendo estas entradas en español! Se agradece, che.
ResponderBorrarEs que –debes recordar– el español es mi segundo lenguaje: el primero es el de "la novela neurótica", que es pegajoso como "lagaña e' diablo"...jajajajaja...
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