Dicho pronto y mal: "la querida Flo" era un plomazo. Acostarse con ella, desaconsejable en grado sumo. Mandona, agria. Famosa por su abnegación en la Guerra de Crimea, "su verdadera vida comenzó, cuando, en la imaginación popular, había muerto". No poco de ese tiempo largo, casi medio siglo, lo pasó en... cama. Es por ello que la artista británica Susan Stockwell acaba de inaugurar una instalación en el mismísimo museo oficial dedicado a "Flo". Su corazón es "la catrera" de la santa.
La idea original era construir el "elástico" con ejemplares de los cerca de 200 libros, artículos y panfletos que escribió decúbito dorsal, pero resultó más barato hacerlo con novelas rosas de esas en las que las enfermeras "terminan estampadas contra los torsos de médicos carilindo", como escribe Maev Kennedy en este artículo sobre el asunto.
A la cama con Flo
...por fin el subconciente aFlora, en el título de este posteo...
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