sábado, agosto 15, 2009

Desde que el explorador, diplomático, espía, pornógrafo y gran traductor de las Mil y Una Noches Sir Richard Burton pasara por allí y –unos cien años después– el Pato Donald siguiera sus pasos, Timbuktú (o Tumbuctú o Tombuktú) no había recibido otra vez viajeros tan originales y creativos, pero el grafitero británico Banksy decidió tomar la posta. Se fue a Mali y allí hizo de las suyas.

Mientras, en su Bristol natal, el museo de arte de la ciudad inauguró el 13 de junio una muestra de su obra. El artista, ácido como siempre, cobró UNA (1) libra como pago por ella. El dinero que dejó de ganar (230 mil personas visitaron la exposición en la primera semana) le permitió decir, sin que nadie pueda acusarlo de hipócrita: "Es la primera vez que la ciudad gasta dinero en mostrar mi trabajo, antes que en borrarlo".
En efecto, Banksy ha sido la bestia negra de los guardianes de las apariencias en la ciudad durante más de una década. Como dato no menor, en el contrato acordado para el art show, el grafitero exigió y obtuvo el borrado de todas las grabaciones de las cámaras de seguridad del museo realizadas mientras se montaba todo, de manera de poder mantener el anonimato.
Pero mientras las mieles del éxito son innegables, nadie puede decir que se ha dormido, todo pegajoso en ellas, una nueva pintada provocó estupor, molestia y satifacción en Bristol: Cristo crucificado con la casaca del equipo de fútbol de la ciudad, apareció en una esquina. ¿Obra de Banksy o de sus imitadores?
Chico Mali

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