jueves, enero 22, 2009
Durante el almuerzo que ambas cámaras del Poder Ejecutivo le daban al presidente electo de los EE.UU., Barack Obama, apenas unas horas antes de la ceremonia de su asunción, se sintieron mal dos senadores y tuvieron que se sacados del lugar. Del primero, Edward Kennedy, nadie se extrañó demasiado: hace pocas semanas fue operado de un tumor cerebral. Del segundo, Robert C. Byrd, hubo todavía menos sorpresa: a sus 91 años es el miembro de más edad activo en esa cámara. Sin embargo, con el correr de las horas, una hipótesis distinta a la de la fragilidad de sus años y la emoción de ser parte de un momento histórico, fue tomando forma como responsable del hecho. Importante miembro del Ku Klux Klan entre 1942 y 1950, al parecer, Byrd no pudo soportar el ser testigo de lo imposible y lo abominable en su juventud: que alguien con melamina en la piel (e ideas solidarias en el cerebro) fuera electo presidente.
guau... he pensado mucho en eso en el último tiempo... is like a big crash!... me provoca temor en todo caso, como todo tipo de intolerancia que toma sus ideas como armas...
ResponderBorrarEl otro día veo a cinco o seis personas enanas, adultas, acompañadas de un par de no enanos. Todos paseando, muy contentos, por la calle Borges. A sus espaldas una madre y sus tres hijos miraban al grupo con sus ojos más abiertos que si un ángel bajara a la Tierra con un SMS de urgencia. El pequeño, que iba en su cochecito, y las dos chicas de pie, estaban -dirían las tías bisabuelas- "mesmerizadas". Todo por unos mili-milígramos menos de hormona del crecimiento. Nuestra habilidad de detectar diferencias y nuestra pasión por buscar sentido (ojalá moral) en todo son una mezcla explosiva...
ResponderBorrar... lo brutal es que podemos (los humanos) hacer una mezcla que estalle en poesía o palabras al viento, o en pólvora y fuego... claro, la mayoría nos movemos entre los matices...
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