Una fotografía en que el blanco de la bandera francesa se hace cielo y los estudiantes franceses se hacen gran historia marchando hacia el Arco del Triunfo y acabando por enésima vez con ese Ancien Regime que se las arregla para revivir otras enésimas tantas veces: Mayo del 68. Fue vida, sorpresa, acción, espontaneidad; todas esas cosas que Hanna Arendt mostró que no le gusta a los totalitarismos y que nuestras repúblicas americanas soportan poco, mal y a regañadientes. Con su sarcasmo de descreído de luxe, Hugo Robles, artista amigo de la casa, se refiere al mismo momento (abajo) desecándolo, como a una mariposa o, mejor, un insecto cuestionador, entre las hojas de papel del lugar común y el chiste conservador. Pero, como queremos creer los que leímos Rastros de Carmín, la veta sigue ahí y ya volverá a reaparecer,...mientras haya modernidad. O sus herederos agradecidos.
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