sábado, diciembre 15, 2007

Uno. Fue así. O creo. Con Leopoldo hablámos de alguien -quizás Miguel Rep- que había hecho su "Selección" ¿de filósofos? El cazó un papel -o tal vez pasó un día- y armó un equipo de 11 de los artistas que entonces más admiraba. Hizo al menos dos, o más, versiones prolijas de la cual alguna circuló por email y ha desaparecido en el espacio cybérico.
Dos. Fue hace dos fines de semana. O tres. Hablando con Martín y alguien más ¿Silvana Cavallaro? recordé esta posibilidad de construir "el equipo de los sueños" de las personas que admiramos, que nos conmueven y/o inspiran. Y les dije que iba a armar mi propia naranja mecánica/estilística del dibujo.
Tres. Aquí está. Es un 3-2-1-2-2. Sí, es una formación atípica. Línea de tres atrás. Cinco volantes escalonados. Dos delanteros netos. Corre el riesgo de perder el control del mediocampo si el "10" (el genio nipón del dibujo zen, Sengai) no está en su día. Es por eso que Turner es quien tiene que ocupar esa posición, inmediatamente, cuando Sengai pasa al ataque. Como se darán cuenta, es un equipo que sale por el carril izquierdo: Monet (gran caricaturista en su juventud)-Turner-Kovensky, son quienes o colocan la pelota en el mediocampo o salen de contra. En el otro carril, el derecho, prefiero que Spielgemann y Leonilson hagan circular la esférica hacia atrás o a Sengai. Pero, como la estrategia anterior es demasiado previsible: recuperar la pelota en el mediocampo por derecha y hacerla rotar como las manecillas de un reloj hacia la izquierda, Spiegelmann puede -en algunas circunstancias- crucar al carril izquierdo, cuando Kovensky entra al área chica, luego de un pase de Sengai, por ejemplo.
No he hablado de las dos puntas del "bidente" (que debería llamarse "vidente"): Hockney y Steinberg. David es un poco como el "pájaro" Caniggia o el tan querible uruguayo melena al viento Diego Forlán, un habilidoso que da espectáculo en estocadas tan veloces como mortales. A Saúl, en tanto, que perfectamente podría ser el "10", capitán y leer el juego como nadie, excepto Sengai, le quitamos esa responsabilidad simplemente porque su talento es de un tipo especial -como el del Robbie Fowler, no por sus 120 goles en sus primeros nueve años en el Liverpool-, sino porque, como Fowler, es uno de los pocos jugadores-artistas capaces de redefinir las reglas del juego sin trampearlas, sino "agotándolas" y "abriéndolas" por sobrecumplimento.
De la defensa, el arquero y los suplentes hablaré, si da, otro día.

Once contra el mundo

3 comentarios:

  1. gran equipo para una vida de pixeles e imagenes. y claro! sabes que compartimos varios jugadores en nuestros seleccionados.
    :)

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  2. hola, era silvina no silvana...
    Parece ser un buen equipo,de futbol no entiendo mucho,hockney me gusta.Podría intentar hacer el mio, vale jugar con mujeres? y con mujeres inventadas por hombres, como la maga?

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