Si bien no conocía entonces el concepto de bilocación (aunque sí el de ubicuidad: "Dios está en todas partes"), sin duda el estado de mi civilización interna no había llegado a la Atenas clásica: si mi papá dibujaba exactamente los mismos dibujitos que aparecían en la TV y las revistas (que aclaraban que todos eran obras de un tal Walt Disney) mi papá tenía que ser -de alguna extraña manera- Walt Disney. ¡¡Además se vestían igual!! Bueno, él no habría usado ese tono de verde...
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