La naturaleza, para los occidentales, fue primero un misterio (y terrible) de verdad, luego un regalo (con muchas cintas y chirimbolos incomprensibles) de Dios, más tarde un enigma a resolver y -todavía después- un paquete de fuerzas a controlar. Ahora, la degradamos a ser apenas el marco donde hacemos nuestros "business", un parque escenográfico para nuestro deleite o un basurero donde van a parar nuestros descuidos. Bansky da en esa diana al tirar unos carritos de supermercado en el jardín y sobre los nenúfares de Monet. Brutal, pero efectivo.
Veremos ahora. Intento una y otra vez comentar en su blog y me salta un error de blogger y no me deja.
ResponderBorrarSi sale este me explayo en el próximo, porque yo no gasto pólvora en chimangos.
Ahora sí, buenísimo.
ResponderBorrarMuy lindo esto que se abrió acá, eh. Bien puesto el bolichito, luminoso, con fondo a pulmón de manzana. Yo no tenía ni idea, fijesé.
Pero vine, ví y me gustó, y linkeé, en la versión blogueril de 'vini vidi vinci'.
Abrazos,