El título de esta imagen (y la imagen) son de Ariel, cuyas andaduras lo llevaron a España. Y, sí, claro: la hiperinflación de egos es evidente. Los creadores de la modernidad eran lo suficientemente ingenuos y ardorosos para creer que hombres y mujeres libres podrían sacudirse de todos sus yugos. Se equivocaron (Freud lo advirtió con serenidad clínica) respecto de al menos un grupo de cadenas: las que impone la estupidez.
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